Hace exactamente cuatro décadas, el 9 de diciembre de 1985, la Cámara Federal de Buenos Aires leía la histórica sentencia del Juicio a las Juntas, el primer proceso en el mundo en que un tribunal civil juzgó y condenó a los máximos responsables de una dictadura militar por delitos de lesa humanidad.
Tras ocho meses de audiencias públicas, 833 casos documentados y el testimonio de centenares de sobrevivientes, los jueces León Arslanian, Jorge Torlasco (fallecido), Ricardo Gil Lavedra, Andrés D’Alessio (fallecido), Jorge Valerga Aráoz y Guillermo Ledesma dictaron condenas ejemplares: prisión perpetua para Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera; 17 años de cárcel para Roberto Eduardo Viola; 8 años para Armando Lambruschini; 4 años y 6 meses para Orlando Ramón Agosti; absolución para los tres integrantes de la tercera Junta Omar Graffigna, Leopoldo Galtieri y Jorge Anaya.
El fallo demostró que se pudo probar la existencia de un plan sistemático de terrorismo de Estado: secuestros, torturas, asesinatos y apropiación de bebés. Además, por primera vez, la expresión “desaparecidos” ingresó formalmente en un expediente judicial argentino.
El juicio, impulsado por el presidente Raúl Alfonsín y conducido por los fiscales Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo, se convirtió en un hito mundial de justicia transicional.
Meses antes del fallo, más precisamente el 18 de septiembre de 1985, Strassera cerró su alegato con la frase que quedó grabada en la memoria colectiva: “Señores jueces: Nunca Más”.
Aunque años después las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y luego los indultos de Carlos Menem, intentaron frenar los procesos, el Juicio a las Juntas abrió un camino irreversible.
En 2005, la Corte Suprema declaró inconstitucionales esas normas de impunidad y desde entonces se han dictado más de 1.200 condenas en cientos de juicios de lesa humanidad.
Hoy, al cumplirse 40 años de aquella sentencia, organismos de derechos humanos, sobrevivientes y familiares recuerdan el fallo en la ex ESMA y en plazas de todo el país con el lema “40 años del Nunca Más”.
El Juicio a las Juntas sigue siendo la prueba de que, aun en democracia naciente y con las Fuerzas Armadas aún poderosas, fue posible juzgar a los genocidas en tribunales ordinarios, con todas las garantías y a la luz del día. Un legado que Argentina le regaló al mundo y que, cuatro décadas después, sigue vigente.

Una justicia sin miedo
En conmemoración a esta fecha, este martes el Poder Judicial de la Nación organizó un homenaje a los magistrados y funcionarios que participaron de aquel histórico juicio oral.
Entre los presentes estuvo Gil Lavedra, que en su alocución valoró la valentía de los testigos “de venir a narrar públicamente sus padecimientos cuando la democracia no estaba totalmente afirmada y los autores de los crímenes seguían en libertad”.
Además, subrayó la dificultad del desafío emprendido: “No había precedentes a los que aferrarse ni estructura normativa que indicara el camino a seguir, los recursos técnicos eran primitivos, pero todos teníamos la convicción de que el horror del pasado necesitaba un juicio justo”.
En ese marco, consideró que el sentido de recordar este proceso radica en reivindicar la importancia del Poder Judicial como pilar democrático. “Hoy Argentina sigue necesitando una justicia que no tenga miedo de aplicar imparcialmente la ley y respete las garantías constitucionales”, culminó.
